Cuando hablamos de liderazgo muchas veces solo nos centramos en las capacidades y los conocimientos del líder para organizar, motivar o influir sobre el capital humano de cualquier organización o empresa. Pero, ¿Le damos la suficiente importancia a la actitud que ejerce un líder en su comportamiento y carácter para motivar y sacar todo el potencial que tiene su equipo humano?
La actitud de un líder no ha de quedar reducida a una conducta o forma de actuación concreta. Es a través del talante que profese cuando podrá conseguir sumar esfuerzos colectivos que redunden en el beneficio de todo su proyecto, ejercicio o actividad profesional.
La voluntad en concentrar esfuerzos, la disposición en fomentar el talento, el estado anímico y la forma de ejecutar los planes de actuación y las estrategias en cualquier organización son un plus capital para fomentar la calidad laboral y la positividad grupal de cualquier líder.
El buen liderazgo se aleja del simple jefe superior o patrón. Es mediante su comportamiento y proceder donde debe influir en sus subordinados mediante la persuasión. Y desde el convencimiento racional en las líneas de actuación empresariales que se persigan para alcanzar un mismo fin colectivo.
Actitud y liderazgo han de ser un binomio de empuje positivo y motivación continua en la mejora de la gestión de equipos.
El liderazgo que se desempeña con habilidad y talento ilusiona y suma en potencia lo mejor del capital humano de cualquier colectivo. Es esperanza y ánimo para poder hacer lo que se cree y sirve de aliento como incentivo positivo en perseguir una misma meta.
El carácter y la personalidad que tenga todo líder es la carta de presentación positiva o negativa que marcara las decisiones del éxito o fracaso en cualquier empresa.
Un liderazgo con disposición es aquel que transmite cercanía y proximidad, sabe aprovechar las mejores cualidades de de su gente y relanza sus mejores virtudes.
El liderazgo en la empresa no ha de quedar reducido solamente a convencer y organizar un equipo humano. Ha de ser una disposición de actuación que lo convierta en un verdadero guía que haga de faro en el camino a transitar, marque la pauta y el rumbo adecuado en la búsqueda del fin perseguido.
En las empresas u organizaciones, el líder siempre es un conductor de emociones y orientador personal que hace de capitán de emociones humanas. Por tal motivo, este consejero y guía debe actuar con capacidad y destreza para motivar a modo de acicate positivo ante las dificultades y contrariedades que se presenten.
El talante de un líder es el verdadero termómetro natural que marca la calidad laboral en una empresa.
Un liderazgo con talante y actitud positiva genera energía, fuerza y voluntad de persistencia en la búsqueda de la eficiencia personal.
Hagamos de la actitud en el líder un verdadero activo seguro y útil que nos proporcione eficacia en las actuaciones diarias y efectividad en los procesos de la empresa.
Apostemos en la eficiencia del capital humano con la capacidad y las habilidades del líder eficaz que sabe sacar el mejor partido a su gente.
Si la actitud y el liderazgo son la base del éxito en cualquier organización. Todo líder ha de aprovechar su carácter de cercanía, su energía que transmita al grupo y su temple ante los problemas y las situaciones difíciles a resolver.
La firmeza de un líder es el indicador que transmite la personalidad y el temperamento que manifiesta. Ante ello, la capacidad de liderazgo como capacidad de influencia para organizar los equipos humanos y la motivación de los mismos requiere un carácter, un talante y una actitud determinada. Carácter que aporte fuerza y ánimo. Talante como disposición de soporte y cercanía. Y actitud que conlleve estimulo e incentivo personal.
Hagamos que la actitud de un líder sean sus mejores credenciales de presentación que conlleven escucha, motivación y energía. Valores y virtudes para poder avanzar, crecer y mejorar a nivel empresarial y humano.
Esa es la actitud.
Actitud y liderazgo
Presente dormido
Vivir la vida, no es solo transitar por ella, sino también es ser participe en primera persona, mantener el espíritu vivo y no tener un presente dormido.
Cuando hablamos del presente dormido estamos ante actitudes de apatía y desgana que nos merman el ánimo, y la ilusión queda en un simple recuerdo.
Nuestra seguridad propia, la confianza y los anhelos nos dotan de energía y fuerza frente a las debilidades y tropiezos que tengamos.
La energía de la vida es vivirla con alicientes a perseguir y estímulos que nos hagan creer en nosotros, desarrollarnos como personas y seguir creciendo.
No podemos perder la tenacidad por lo que ansiamos y el interés por las pequeñas cosas que nos hacen felices.
La vida es un caminar constante de secuencias y vivencias (buenas y malas), pero también tiene sus momentos de mejora y esperanza. Aquella que nos ilusiona, nos hace soñar y nos reanima frente a toda adversidad que se nos manifieste.
En el momento que deambulamos por la vida estamos dejando de creer en nuestras ansias y deseos que nos que nos deben de alejar del conformismo y el acomodo personal.
Abandonemos nuestra zona de confort y no nos resignemos a mejorar y enfrentarnos a nuestros miedos y dubitaciones. Es la mejor manera de afrontar la vida desde el pesimismo y la lucha por crecer y avanzar.
Despertar a la vida sin retroceder en todo lo que creemos es evolucionar como personas sin abandonar nuestras convicciones y creencias.
Creemos marcos de esperanza que nos generen el optimismo necesario y la certidumbre ante las dudas y las indecisiones.
Abandonar los anhelos y deseos a conseguir es caer en el abandono personal que nos estanca y paraliza en todas nuestras actividades cotidianas.
Un presente dormido envejece nuestra alma y marchita nuestras ilusiones humanas que nos hacen un poco más felices.
Alejemos nuestras debilidades despertando nuestras fortalezas y avivando nuestro ánimo. Es el momento en que mejor desarrollamos nuestro lado más humano. Aquel que nos hace evolucionar y mejorar sin caer en el derrotismo y la apatía.
No creemos como personas telas opacas que no nos dejen ver la vida en todo su esplendor y transparencia.
Una vida oscura y gris, solo nos aporta infelicidad y tristeza. Nos hace perder la alegría y nos crea estados de pesimismo y desesperanza.
Veamos la vida desde su perspectiva más atractiva y fascinante que nos transporte a la ilusión por vivirla y disfrutarla. Una verdadera vacuna frente al pesimismo que nos dote de esperanza y confianza.
Cuando nos enfrentamos a la vida tal como es estamos venciendo nuestros propios miedos personales que nos paralizan y atormentan. Un verdadero acicate que nos estimula, despierta nuestro interés por lo que nos rodea y nos hace vivir.
Veamos la vida desde la vertiente que nos haga soñar, tener esperanza y nos proporcione seguridad y fe en nosotros mismos.
No seamos actores de la vida sin poder demostrar lo que somos y valemos. Seamos participes en primera persona de nuestras ilusiones, retos y objetivos a lograr.
Vivir, no es solo existir, es ser, encontrarse a uno mismo y crecer en todos los ámbitos que participemos.
Si empezamos a descubrir tal cual somos, sin miedos ni tabús, empezaremos a transitar por la vida sin corsés ni ataduras para crecer y progresar.
Cuando nos distanciemos de nuestras dudas y recelos despertaremos a la vida con su luz y transparencia que brilla y nos aviva lo mejor que tenemos en nuestra alma.
Si buscamos la esencia del ser humano con su vitalidad y energía del ánimo tendremos la vacuna que nos proteja ante un presente dormido y nos haga ser un poco más felices.
Despertemos a la vida y emprendamos la marcha.
El dinamismo personal como baluarte para crecer y avanzar
Cuando hablamos de crecer y avanzar como personas estamos hablando de la capacidad que tiene el ser humano para emprender y dotarnos de la fuerza personal ante cualquier acción o circunstancia que llevemos a la práctica.
En nuestro quehacer diario, es a través de nuestro dinamismo propio donde cualquier actividad se convierte en energía para poder implementarla con garantía de éxito. Energía a modo de fortaleza y fuerza interior que nos dota a todos los seres humanos de vitalidad y potencia propia.
Crecer y avanzar han de ser un binomio de intensidad y contundencia en lo que creemos. Un empuje que nos aporte el impulso y el nervio que es parte de nuestro carácter e idiosincrasia propia.
El dinamismo personal no ha de quedar solo en un ansia o anhelo. Ha de ser el aliento ante cualquier faceta o tarea que realicemos. Aquel que nos haga progresar como seres humanos y desarrolle nuestra creatividad para poder avanzar en la andadura de la vida. Un estado en el que podamos de esta forma seguir el camino de los sueños y anhelos que nos hayamos marcado conseguir.
No hay perfeccionamiento humano que no conlleve una evolución propia, un cambio personal y un progreso humano. Al igual que no hay mejora a nivel humano que no necesite de un desarrollo y crecimiento para aprender y descubrir lo mejor de nosotros mismos. Cuando hablamos de buscar lo mejor de nosotros mismos estamos ante un rasgo distintivo que nos diferencia y nos hace singulares. Estamos ante la característica diferenciadora que nos hace tener un modo de ser y naturaleza y especial. Por tal motivo, aprovechemos esa posibilidad propia que tenemos para que nos genere la capacidad de sentir y creer en todo lo que hacemos.
Cuando creemos en todos los anhelos que nos marcamos necesitamos como compañero de viaje un estado de dinamismo que agilice nuestra mente, la haga más activa y nos haga crear. Crear para avanzar y crecer con agilidad y eficacia. Aquella rapidez mental y diligencia en nuestros actos que sea la potencia viva de avance y crecimiento personal.
Veamos en la tenacidad de nuestros actos un empuje personal de nuestro carácter. Un valor personal que sea ánimo e intensidad en las labores a realizar. Que despierte nuestro coraje y sea la garra ante las dificultades que se nos presenten. Cuando esto pasa, estamos ante el dinamismo en primera persona.
El dinamismo personal es vida, es la mejor acción que podemos tener para querer crecer y avanzar como resistencia ante las contrariedades.
Avanzar y crecer es una evolución constante como seres humanos y un progreso personal que nos hace mejores para no estancarnos ni retroceder en nuestros anhelos y convicciones. Ya que es así, hagamos de ese baluarte el mejor acicate de impulso y empuje que nos haga mejores.
Toda mejora personal es un desarrollo interno que tenemos los seres humanos, un incentivo para no caer en el desánimo que nos haga alejarnos del avance humano y el crecimiento personal.
Si el dinamismo es eficacia ya que nos dota de capacidad aprovechando nuestra actitud, hagamos que la eficiencia sea el mejor aliento de voluntad y esfuerzo.
No perdamos el interés por todos nuestras ambiciones y aspiraciones por conseguir. Aquellas ganas personales que nos estimulen para crear, avanzar y crecer.
Si el empeño ha de ser nuestro mejor deseo, la tenacidad que tengamos ha de ser la mejor voluntad para crecer y avanzar.
Cuando queremos crecer y avanzar en la vida a nivel personal y humano necesitamos una actitud dinámica, eficaz y enérgica que nos aleje de la pasividad. Que nos haga diferentes ante lo que nos rodea y nos proteja de la apatía personal. Una energía que es crecimiento en si misma y savia viva que nos mantiene despiertos y nos genera fuerza interior.
El dinamismo personal es el mejor incentivo de cambio humano para crecer y avanzar. El mejor estado de vitalidad del alma, y el mejor estado de progreso personal y humano. Si ese es el camino, vayamos en su búsqueda como mejor baluarte que nos haga mejorar y creer en nosotros mismos. Un cambio personal por y para nosotros.
La actitud personal como fortaleza ante las dificultades
En el transcurso de nuestra existencia vital, las dificultades son frenos o barreras que marcan nuestro destino y forman parte del ánimo propio. Es a partir del ánimo cuando sentimos y actuamos de una manera determinada, afrontamos todo lo que nos rodea y nos enfrentamos ante las situaciones de la vida que se nos presentan.
La actitud personal es la mejor disposición de capacidad y energía como resistencia a los problemas y las adversidades que tengamos. Aquella verdadera fuerza que nos dota de entereza y determinación frente a las decisiones y circunstancias negativas de la vida.
El aplomo en la persona es un signo de tranquilidad y madurez para afrontar los problemas y las dificultades con una disposición positiva que no afecte a nuestro estado emocional.
Las dificultades siempre son obstáculos que nos perturban nuestra vida personal (sean de la índole que sean). Por tal motivo, nuestra actitud y talante nos han de servir como aliento para no desfallecer, afrontar los problemas y saber encararlos de la mejor manera posible.
La esperanza frente a las dificultades son el mejor ánimo para poder afrontarlas. Ánimo para buscar su resolución, y energía para que nos afecte en la menor manera posible a nuestro estado anímico.
Cuando se nos presenten las dificultades en la vida debemos plantearnos resoluciones con juicio que nos transmitan entereza y nos fortalezcan la serenidad del espíritu. Es la mejor forma para no caer en el desaliento ni el desánimo.
Nuestra capacidad de resistencia, asimilación y firmeza son claves ante cualquier contrariedad que nos manifieste o perturbe.
En el transcurso de la vida, los vaivenes y situaciones incontroladas requieren de personas con un carácter positivo y determinado.
En las dificultades nuestras fortalezas han de ser barreras y diques de contención que nos aporten energía suplementaria, estabilidad y equilibrio mental. Por ello, la actitud enfrente de cualquier vaivén o contratiempo es fundamental que sea positiva. Aquella que nos haga fuertes y nos ayude a encarar las situaciones con la mejor perspectiva y garantía.
La actitud positiva ante las dificultades siempre es favorable, ya que es una fortaleza que nos dota de vigor y empuje de lucha. Aumenta nuestra potencia de energía como mejor baluarte de ánimo y valor. Valor como entereza de determinación y voluntad a modo de resistencia en el aplomo a tener frente los inconvenientes o contrariedades que nos surjan.
Es en nuestro ánimo personal donde radica la fuerza que nos impregna de energía en la actitud que tengamos ante toda situación, momento o resolución.
Es mediante la voluntad donde las intenciones propias nos obligan a decidir. Y nuestra determinación propia es la verdadera fuerza de nuestra personalidad, sentimiento y empuje frente a todas las acciones que realicemos.
La actitud y la determinación en nuestras acciones son el verdadero termómetro anímico que nos ayuda a seguir, mantener nuestra fortaleza intacta, y generar el optimismo como valor y soporte frente a las pensamientos negativos.
Veamos en nuestro optimismo personal como el valor de lo mejor para nosotros. Aquel que ante las dificultades las afronta con energía positiva sacando lo mejor que tenemos; ve las cosas desde el lado más favorable y nos hace creer en nosotros mismos.
Si logramos actuar de una mejor manera, con un mejor aplomo y una disposición optimista, nuestras fortalezas serán el mejor garante en todos los comportamientos y resoluciones que tomemos.
Seamos nuestra mejor fortaleza y escudo personal.
La meta es el destino
Nuestro impulso personal, creencia propia y convicción ante cualquier objetivo trazado en que busquemos una meta a conseguir en la vida siempre serán la clave del éxito o el fracaso.
En toda faceta de la vida sea de la índole que sea (profesional, personal, social) si queremos que se cumplan los fines marcados necesitamos de una hoja de ruta y unos condicionantes bien delimitados. Es decir, tener una actitud determinada, una capacidad personal y un comportamiento que nos dote de energía como garantía en el destino a seguir.
Cuando tomamos una meta como destino a lograr nuestra actitud es la mejor predisposición para empezar el camino.
Si la meta es el destino debemos de tener en cuenta los siguientes ejes determinantes: la estrategia o plan, el compromiso, la actitud y la capacidad personal.
Todo anhelo en la vida a alcanzar siempre requiere de voluntad, determinación y empeño. Voluntad como intención de deseo a lograr. Determinación como virtud para encarar y saber llevar a buen puerto la meta a seguir. Y tesón a modo de firmeza y constancia en lo que se desea lograr.
En la vida, todo reto o meta a conseguir precisa de motivación. Motivación que nos aporte un impulso de energía para poder mantenernos vivos. Un auténtico guía propio que nos mantenga siempre alerta y en estado positivo ante todo lo que nos rodea.
Si creemos en nosotros mismos, todo propósito que busquemos ante un objetivo a cumplir siempre ha de conllevar una virtud de esfuerzo y capacidad de firmeza en todo aquello que realicemos. Es la perseverancia en estado puro (tal cual).
Las dificultades frente a cualquier meta que tomemos como destino a seguir debe buscar el compromiso propio. Esa obligación personal que no nos haga caer en el desánimo ni la frustración.
Si todo destino que busquemos va dirigido hacia la meta que anhelamos, nuestra actitud y ánimo nos dotaran de la energía y fuerza que nos haga sentir vivos. Vivos como verdadero esfuerzo de impulso y acicate frente a las adversidades y las contrariedades que nos surjan.
Seamos en la vida nuestro propio guía personal que nos haga de incentivo e impulso para todas las actividades que emprendamos con motivación y energía plena.
Veamos en nuestra perseverancia, la mejor firmeza y constancia de esfuerzo y capacidad personal para afrontar los retos con las mejores garantías. Y hagamos de nuestra actitud positiva, la fuerza que nos transmita seguridad y fortaleza.
Que nuestro empeño hacia la meta que nos propongamos, sea un verdadero proyecto de anhelo y tesón. Aquella tenacidad que nos mantenga constantes en todo lo que hacemos, y haga de la perseverancia en nuestros objetivos la mejor aliada de estabilidad y creencia propia.
Si la meta es el destino, seamos nuestro estímulo personal de tesón y firmeza que nos aporte fortaleza ante las indecisiones y las dudas.
Hagamos del talante personal una disposición de ánimo en positivo que nos aliente como impulsor de fuerza y energía ante todos los retos que emprendamos.
Si vamos en busca del camino a seguir ante cualquier objetivo o reto; mantengamos un deber propio y postura de compromiso personal. Si es así, nos hará crecer y nos mantendrá el tesón vivo por todo aquello que creemos. Aquella verdadera causa que nos hemos trazado con motivación para llevarla a cabo, con perseverancia para su consecución, y con capacidad personal para que se pueda materializar.
Veamos en nuestro compromiso y en nuestra capacidad personal de desarrollo los verdaderos bastiones que nos acercaran al rumbo del camino que nos marcara el destino de la meta que ansiamos y lograremos alcanzar.
No tengamos miedo a los enigmas de la vida ya que nuestra meta es el destino. Vayamos en su búsqueda.
Tú eres tu propio guía personal
Como seres humanos hemos venido a este mundo a descubrir el misterio de la vida, sus enigmas e interrogantes. Un transcurso de la existencia humana que por medio de nuestras vivencias, experiencias, situaciones y decisiones propias impregnarán el camino de nuestra vida hasta el fin de nuestra vivencia terrenal.
Desde que nacemos hasta la edad temprana y durante la infancia nuestros progenitores nos protegen, educan, y aconsejan durante los avatares de la vida que se nos presentan. Es a partir de la edad adulta cuando emprendemos el peregrinaje de una nueva etapa y empezamos a ejercer la toma de decisiones propias. Es el momento en que nos enfrentamos a la vida, la sociedad que nos rodea y un nuevo mundo por descubrir. Un mundo en el cual seremos nuestro propio guía. La etapa de caminar solos, avanzar, aprender y crecer. Estamos ante la vida en primera persona. Aquella en que «tú eres tu propio guía personal».
Cuando hablamos de que «tú eres tu propio guía personal» estamos hablando de que tú afrontaras un viaje de frustraciones y adversidades, pero también de alegrías y buenos momentos. Tú serás el que conducirás por medio de tus decisiones y comportamientos tu propia vida, teniendo que afrontar los errores y los fracasos que se te presenten. Por ello, necesitas determinación y energía. Una firmeza personal de valor y empuje ante las eventualidades y dificultades a resolver.
Tu talante en la vida será tu actitud, espíritu de fuerza y energía a seguir. El motivo por el que luchar en la vida, con tus ilusiones, anhelos y deseos a conseguir.
Tus principios personales han de ser tu motivo y razón de ser. La verdadera causa y lucha para proceder y afrontar todo tipo de adversidades que aparezcan. Aquellas que nos doten de la fuerza de la convicción como mejor baluarte de motivación y estímulo frente a las situaciones que nos tengamos que enfrentar dentro de de una sociedad compleja y contradictoria. En consecuencia, las situaciones que se nos presenten las deberemos gestionar de la mejor manera posible desde el temple y la razón.
Tu persona es el mejor guía personal en el recorrido de la vida. Aquel que ha de saber orientarse y encaminar un viaje de misterios y enigmas por descubrir.
Las frustraciones y fracasos de la vida debemos afrontarlas con el acicate de nuestro espíritu para que se conviertan en ánimo y lucha para poder superarlos.
Si «tú eres tu propio guía personal» has de saber abordar los contratiempos con aplomo y seguridad en ti mismo. Con serenidad y confianza en la toma de decisiones y determinaciones que tomemos en todo momento. Una tranquilidad en las creencias que tenemos que nos doten de valor y fortaleza frente a los tropiezos e impedimentos que nos aparezcan.
Ahora que «tú eres tu propio guía personal» es el momento en que debes afrontar los reveses de la vida con valor y fuerza del espíritu.
Tu firmeza en encarar las contrariedades de la vida han de ser un resorte de confianza y creencia propia. Un principio y porqué para seguir luchando por cualquier motivo o razón que creas conveniente.
Debemos buscar el camino de la vida con decisión y talante positivo. Tu decisión propia que te impregne de ánimo y motivación personal. Tú has de ser tu propio apoyo. Un soporte natural y pilar de cimiento ante las trabas, frenos y problemas a resolver.
No hay base personal en la vida que no necesite de unos principios y valores. Aquellos que nos hacen creer en nosotros mismos. Que nos sirven de soporte y apoyo para afrontar cualquier situación negativa.
Oriéntate en el trayecto que emprendas en la vida con tu elección singular propia. Aquella que hace que te llene de fuerza y entusiasmo por la que luchar y te haga conseguir tus anhelos y deseos. Que no tiene miedo a los fracasos, y que es tu verdadero fundamento y motivo de vida.
Despierta tu espíritu y tu empuje para seguir luchando ante el desaliento, la debilidad y las dificultades que aparezcan.
Si «tú eres tu propio guía personal» también has de ser un ejemplo en tu vida y acción diaria como aquel que va cargado con una mochila de ilusiones y deseos por conseguir.
Lucha y enfréntate a las adversidades con ilusión para poder vencerlas. Sin perder la esperanza ni la confianza en ti mismo como garante de seguridad y fortaleza. Aquella que nos haga vencer los miedos, debilidades y ataduras que nos envuelven.
Convierte los obstáculos y adversidades en incentivos de cambio para afrontar los reveses de la vida con fuerza positiva.
Si «tú eres tu propio guía personal» has de ver en tu fortaleza humana y voluntad, la mejor energía de ánimo y entereza que te dote de carácter y determinación ante las decisiones y elecciones que hagas en la vida.
No decaigas en el esfuerzo y el ánimo para que se conviertan en tus verdaderos compañeros de viaje. Haz de la energía personal la mejor fuerza para caminar y viajar en el proyecto de tu vida que te hayas marcado con las mejores garantías de éxito. Y no olvides que «tú eres tu propio guía personal».
Ya puedes emprender el camino de la vida.
Capital humano
El capital humano es un factor empleado en la teoría económica que se refiere a la formación, experiencia, conocimientos y habilidades que se ponen en disposición para un proceso productivo o una actividad económica. Según el Grupo Banco Mundial en su informe 2020 Capital Index se afirmó que España obtenía un 0,73 en una escala de 0 a 1 sobre capital humano, situándose en el puesto 29 del mundo y por debajo de países colindantes como Francia o Portugal. Las cuestiones que destacan sobre este tipo de producción son el por qué cada vez más, los jóvenes y generaciones futuras perduran menos tiempo en sus puestos de trabajo que en generaciones anteriores, cuál es el factor que está causando el llamado “The Great Resignation” o el auge de las denominadas “softskills”, que han obtenido un papel fundamental en las contrataciones laborales.
Abordando la primera cuestión planteada es de vital importancia darse cuenta de cómo ha cambiado la sociedad y qué nuevo paradigma hay acerca del mercado laboral. Desde finales de los 80 y toda la generación Z la sociedad ha sufrido una gran individualización. A tenor de la postura de Ulrich Beck, ha habido una mayor preocupación por la autorrealización del yo y una desvinculación sobre las instituciones tradicionales como el trabajo. Por ello, las compañías tienen que entender el cambio social que ha sucedido, donde el trabajador busca la personalización de su propia vida, su autorrealización y para ello es fundamental que las empresas se adapten a los cambios y entiendan que, si se quieren trabajadores con motivación, con alicientes, que busquen las mismas metas que la compañía, es fundamental entender las claves de la sociedad neomoderna. Es de vital importancia destacar, como afirma Zygmunt Bauman la tendencia hacia una sociedad líquida, una sociedad donde hay una inconsistencia de valores e ideas, que inducen a un relativismo moral pero que a la vez permiten una fácil y rápida adaptabilidad al cambio. Un claro ejemplo de ello está siendo las renuncias de trabajo en Estados Unidos. Alrededor de 4 millones de personas ya han renunciado a su trabajo para montar su propio negocio. Cerca del 2,7% de toda la fuerza laboral de USA ha decidido adaptarse al cambio que supuso la pandemia. Muchas personas, entre ellas cargos ejecutivos, que no sentían como suyo el proyecto común de la empresa y el de ellos, dejaron sus puestos. Según una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Pew en Washington la mitad de ellos afirmaba que el motivo principal de su dimisión era el cuidado de los hijos derivado de la poca flexibilidad. Por causa de estos hechos, los equipos de recursos humanos y los técnicos de contratación no buscan las habilidades o la formación académica, sino que valoran más las “softskills” que el puro conocimiento técnico. Esto viene dado por la necesidad por parte de las empresas de encontrar capital que busque un compromiso a medio y largo plazo con la empresa, que pueda involucrarse y que perdure. Derivado de la sociedad líquida y la primacía de la autorrealización en muchos casos las habilidades como la empatía, la resiliencia o el compromiso han cobrado mucha más relevancia que las habilidades técnicas que pueden aprenderse con el paso del tiempo. Por ello, cabe resumir que es de vital importancia estudiar la evolución del capital humano en la historia y entender la gran importancia que tiene un trabajador que va en concordancia con la misión y la visión de la empresa.
Artículo cedido para el ágoradelpensamiento
Autor: Antoni Lorente González
No dejemos nuestro destino en manos del azar y la suerte
Si partimos de la premisa de que la vida para el ser humano es un periplo de momentos y circunstancias imprevisibles nos deberíamos hacer la siguiente pregunta. ¿Podemos dejar en manos del azar y la suerte cualquier situación, tesitura de la vida que nos envuelva y aceche?
La vida es una suerte constante o no en el destino de nuestra existencia ante todo momento o estado en que nos encontremos, pero no podemos marcarnos propósitos a realizar que vengan predeterminados por la casualidad o la suerte sin contar con la razón y la sensatez de nuestros actos.
No hay actividad humana que no vaya condicionada por la aceptación de circunstancias y coyunturas inesperadas e imprevisibles. Aquellas que el destino nos la marca con fortuna o desdicha en el transcurso de nuestra existencia.
Las oportunidades que nos brinda la vida son destinos de azar y casualidad frente a situaciones y actividades que profesamos. Por tal motivo, la sensatez y el sentido común deben de tener la lógica en los planteamientos, la razón en las disposiciones y el juicio en las actuaciones.
No podemos dejar la vida en manos del azar ni el destino que nos acompaña como seres humanos; en el irrealismo alejado de todo planteamiento que no conlleve el sentido común, la sensatez y el criterio como principio ante las determinaciones que tomemos.
Dejar el destino de la vida a la ventura y la estrella que nos guíe es separarse del realismo, aislarse de la lógica y rechazar la inteligencia como fuente de respuesta ante las incógnitas. Toda resolución y situación de respuesta a estados y circunstancias que se nos presenten deben depender de nosotros mismos y no de la fortuna o la casualidad.
No podemos pensar en la fortuna de la suerte para vencer las coyunturas y circunstancias de la vida con sus eventualidades.
Tener principios sensatos, efectivos y objetivos concretos han de ser un principio y una norma de actuación a modo de regla, pauta y método como lógica de razón, juicio y planteamientos a seguir.
Lanzarnos a la suerte del azar es abandonar la cordura del entendimiento como virtud para discernir la realidad de la fantasía.
La vida no es una ficción es una realidad en constante movimiento donde somos actores principales privilegiados. Siendo así, tengamos un compromiso de sensatez con nuestra propia persona.
Una obligación de responsabilidad ante las dificultades, los problemas y las contrariedades que nos surjan. Sin abandonar el deber de responsabilidad para tomar decisiones reales, visibles y tangibles que sean ajenas a la suerte o eventualidad de la vida.
Debemos afrontar las circunstancias con objetivismo y autenticidad sin engañarnos en nuestras posibilidades y fortalezas que tengamos.
Ya que el destino de la vida es un caminar incierto no dejemos en manos del azar nuestro futuro en cualquier ámbito o índole que tomemos partido.
Estar en manos del azar es estar en manos de la inseguridad eventual e imprecisa. Un fotograma de imágenes borrosas y desconocidas que son incontroladas y que no podemos arriesgarnos a seguir.
Busquemos oportunidades verdaderas, ciertas y momentos lógicos para que nuestras disposiciones como actitud a emprender sean efectivas, juiciosas y sensatas.
Si los propósitos en la vida que nos planteamos son intenciones a realizar: la fortuna o el azar se nos pueden cruzar, pero no creamos en ellas como panacea mágica. La verdadera panacea son nuestras facultades, aptitudes, habilidades y suficiencias. Dejemos que sean un valor añadido bienvenido, pero no una finalidad en sí misma.
El realismo ante las circunstancias de la vida es la mejor suerte de azar que busca la lógica y el destino como meta.
Que el objetivo que nos marquemos en la vida este impregnado por la estrella de nuestro talento. Sera la mejor fortuna de azar, meta a conseguir y fin a alcanzar.
Si el destino es nuestro, dejémoslo en nuestras manos y no en el azar de la suerte.
Cuando la apatía se convierte en un lastre para avanzar y crecer
¿Estamos dispuestos a mejorar y crecer como personas en todas las facetas que desarrollamos en la vida? ¿Tenemos activada una conducta positiva a la hora de emprender? ¿Mantenemos la fuerza y el impulso para avanzar en todo lo que acometemos? Si no es así, es debido al ánimo y la conducta que fruto de nuestras emociones nos conducen a la apatía. Hablamos de apatía cuando sentimos un freno en todas nuestras actuaciones que nos paraliza e inmoviliza, nos hace más débiles y nos genera la inacción para emprender. Es el momento en que nos encontramos ante un estancamiento de la persona para afrontar todas las facetas o actividades que nos hacen avanzar y crecer a nivel humano.
En el transcurso de nuestras actividades en la vida no podemos caer en el desaliento y el desánimo; debemos despertar el valor de nuestra persona con carácter y energía. Marcándonos metas y retos a conseguir con ánimo y empuje de superación. Sin desfallecer ni flaquear como acicate para vencer los miedos, traumas, y la negatividad que nos envuelve.
Para crecer como personas necesitamos aliento y voluntad de ánimo e impulso ante el estancamiento en que nos encontremos.
No hay mejor forma para abandonar la desgana que aquella que nos motiva y nos ofrece la razón de ser y por lo que luchar. Desde la ilusión por las anhelos, proyectos e ilusiones que tengamos.
Abandonar la apatía es recobrar las ganas por la vida, sin dejar de creer en uno mismo. Sentirnos útiles y ver el valor de la vida, manteniendo las convicciones que tengamos siempre firmes.
No hagamos de la apatía un lastre que nos condicione nuestra vida diaria y nuestros sueños. Dejemos los frenos que nos merman y nos crean más obstáculos y dificultades de las debidas.
Para avanzar ante la apatía debemos superar el derrotismo y el pesimismo que nos envuelve, cambiando el paradigma de nuestra estructura mental. Necesitamos cambiar la apatía por el avance, y la desgana por el crecimiento. Avance como medio y herramienta de superación, evolución y progreso. Y crecimiento como formula par no decaer ni perder la moral o el ánimo.
La superación de la apatía siempre necesita de un carácter y voluntad fuerte. Un espíritu positivo y un alma limpia de negatividad. Aquella que mantiene la decisión y el valor en lo que creemos.
Si todo lastre en la vida es una rémora y un impedimento a combatir. Veamos la apatía como la traba y el escollo que no entorpece parta evolucionar, progresar y avanzar como personas.
La energía del alma nos hace crecer y mejorar, nos devuelve el ánimo y nos aleja de la apatía. Es la mejor motivación y tenacidad para recobrar el interés, el valor y las ganas por vivir y hacer cosas.
Cuando empezamos a creer en nosotros mismos, la apatía se aleja y los sentimientos se convierten en positivos. El avance y el crecimiento personal nos estimula y nos hace recobrar el interés y las ganas por las cosas que creemos.
El avance y la mejora en cualquier faceta de la vida siempre requieren del deseo y las ganas para ejercitarlos y llevarlos a la práctica. Aquellos que nos despiertan el interés como mejor manera para que puedan llegar a buen puerto.
Venzamos los temores y la desconfianza en nosotros mismos, evolucionando y mejorando día a día.
Seamos nuestro mejor valor seguro. Aquel que es energía y vida, pero también fortaleza ante el desaliento y el abandono. Que nos aporta tesón frente a las debilidades y tenacidad para poder seguir adelante.
Vencer la apatía, es volver a evolucionar como personas, progresar hacia un nuevo cambio y mejorar para no fracasar. Cuando hablamos de fracasar, estamos hablando de nosotros mismos con nuestras ilusiones, sueños y ambiciones.
No debemos caer en el derrotismo que nos hace caer en el desánimo y el pesimismo ante la vida.
Abandonemos el desánimo personal que nos mengua la voluntad. Hagamos de la voluntad un estado de deseo e interés que nos lleve a recobrar las aspiraciones, los sueños y la esperanza. Cuando esto ocurre estamos abandonando la desidia en su máxima expresión, ya que el abandono y el desinterés pierden todo su valor.
Hagamos de nuestras emociones un valor de empuje e ímpetu, de energía y fuerza. Donde el ánimo nos impregne del carácter necesario en las decisiones que tomemos. Sin perder el aliento ni caer en la desgana. Es el camino contrario a la apatía, el que nos hace avanzar, superar obstáculos y cuadros mentales prefabricados. Que nos dota de aliento y vigor, pero también nos aporta seguridad y fortaleza.
Seamos nuestro propio nervio y estimulo ante la indiferencia y la desidia. Y convirtamos el desánimo en valor y empuje; dejando nuestras emociones negativas y reconvertirlas en empeño y deseo.
Sigamos el camino de la vida desde el equilibrio personal y la higiene mental que nos libere de la desgana, el abandono y la apatía para seguir creyendo en nosotros mismos.
Luchemos por lo que ansiamos sin flaquear ni desfallecer en el intento. Y no seamos el lastre que nos merme para progresar sin dudas ni miedos.
Sigamos creyendo en nuestro sueños para avanzar y crecer.
Introspección personal
El ser humano se encuentra en un periodo constante de evolución, pero: ¿sabemos evolucionar como personas acorde a nuestro propio autoconocimiento?
Toda transformación personal necesita el análisis de nuestros sentimientos subjetivos. Aquellos en que conocemos nuestras virtudes de fuerza y firmeza, pero también de aquellas creencias que tenemos en nuestras decisiones y aspectos en los que fallamos.
La introspección personal ha de servir como distintivo de naturaleza propia que nos defina como seres humanos. Una descripción interior de nuestros sentimientos y acciones que nos ayuden en nuestro desarrollo, crecimiento y progreso personal.
No hay cambio en la evolución de una persona que no requiera del análisis de nuestras fortaleza y debilidades.
Nuestras capacidades son la base y escudo que nos ayudan a enfrentarnos ante los obstáculos y las adversidades.
La virtud de la introspección personal nos aporta solidez y firmeza en nuestros actos y quehaceres diarios que emprendemos. Nos mantienen firmes y nos genera plenitud de vida.
Si buscamos la transformación del alma, necesitamos un desarrollo interior que nos haga crecer y progresar a nivel humano.
Es en el análisis de nuestras emociones y situaciones propias donde podemos examinar aquellas debilidades que nos frenan en nuestras decisiones y nos hacen ver todos los aspectos en los que fallamos.
El autoconocimiento es la base y origen de los cimientos de nuestra persona con sus pros y contras. Un fundamento a modo de apoyo que nos sirve de puntal para avanzar y mejorar. Además nos aporta el impulso necesario y nos dota del estímulo para desarrollarnos y crecer.
Si nuestras debilidades son sentimientos subjetivos de creencias y vacíos personales que nos atormentan. Debemos ver en los aspectos negativos oportunidades a modo de acicate en la búsqueda del cambio y la transformación.
Hagamos una conversión de cambio evolutivo que descubra también nuestras habilidades y virtudes. Unas disposiciones que transformen nuestra conducta en positivo, mejoren nuestra aptitud, y creen las condiciones de aprendizaje y mejora personal.
Estamos viendo que la introspección personal es un método de enseñanza propia de nosotros mismos. Una forma de actuación ante la vida que nos aporte éxito, mejora y desarrollo humano. Desarrollo entendido como avance y crecimiento. Mejora a modo de perfeccionamiento en poder hacer cualquier actividad y actuación en la vida. Y éxito como culminación de todos aquellas metas, anhelos y deseos que nos planteemos realizar a lo largo de nuestra existencia vital.
Veamos en nuestras debilidades oportunidades de cambio y evolución. Y veamos en nuestras fortalezas oportunidades para conocernos mejor y poder enfrentarnos sin miedos ni corsés a nosotros mismos.
A veces nos preguntamos: ¿sabemos como somos? El saber y el autoconocimiento son cualidades que adquirimos desde la introspección personal. Desde el autoconocimiento sabemos más de nuestro interior más profundo. Tenemos un entendimiento y consciencia de todo los que nos rodea y envuelve. Y despierta nuestra inteligencia a través de la mente y el pensamiento.
Cuando hablamos de la mente a partir del autoconocimiento estamos despertando nuestras capacidades, reflexiones y juicios como personas. Aquellas que desde el entendimiento nos impregnan de observación y opinión.
La introspección personal es la herramienta que desde la visión mas profunda de nuestras emociones nos hace evolucionar y despertar las virtudes y sentimientos más subjetivos. Una piedra angular que nos aviva el saber, el talento, nuestras suficiencias y facultades propias.
Veamos desde la introspección personal nuestras capacidades mas innatas. Aquellas que desde el autoconocimiento nos hagan progresar, crecer y ser mejores con nosotros mismos y el mundo que nos envuelve.
Empecemos el camino y vayamos en la búsqueda de nuestro interior más profundo.