El camino de la superación personal a través de la voluntad y el sacrificio

En la vida toda mejora o aprendizaje de superación personal de cualquier índole (personal, profesional, humana) requiere saber sortear las dificultades con fortaleza, ánimo y energía. Es decir, una transformación personal, un cambio de estado interior y un crecimiento humano que nos dote de firmeza, carácter y empuje.
La superación personal conlleva voluntad y sacrificio. una actitud para cambiar las cosas ante las adversidades y contrariedades de la vida que se nos presenten.
Cuando hablamos de voluntad y sacrificio estamos frente a nuestra capacidad a desarrollar y nuestro esfuerzo a conseguir todo objetivo, finalidad o reto.
No hay superación personal que no requiera de un cambio de estado mental que nos haga crecer como personas ante el abatimiento, flaquezas o debilidades que podamos tener.
Si buscamos la superación personal como mejora y avance de evolución humana y cambio hacia un nuevo objetivo (sea el que sea) debemos mantener la constancia y el ánimo. constancia como empeño personal de perseverancia y tenacidad. Y ánimo a modo de energía que nos aporte dinamismo y valor para cambiar cualquier estado o situación que nos inquiete.
En los avatares de la vida, la superación personal es básica para progresar a nivel humano, ya que nos impregna de seguridad y aprendizaje.
La vida es un aprendizaje constante frente a cualquier eventualidad personal o humana. De tal manera que las dificultades o tropiezos que se puedan tener, necesitan desarrollar las virtudes y fortalezas que tengamos.
Busquemos la superación personal desde una actitud valiente y positiva con disposición en todo lo que hagamos.
Veamos en el camino de la superación personal una oportunidad para conocernos a nosotros mismos con nuestros miedos y debilidades, pero también con nuestras fortalezas. Aquellas que nos dotan de aliento ante las indecisiones y el abatimiento delo desánimo.
Cuando nos conocemos mejor a nosotros mismos, estamos más cerca de la evolución personal, el progreso y el avance. Estamos más cerca de nuestro crecimiento personal y humano que nos transmite voluntad y sacrificio. Voluntad en la constancia y el tesón. Y sacrificio para no renunciar en lo que creemos y queremos cambiar.
Hagamos del ánimo, el mejor acicate que nos genere impulso en nuestras aspiraciones. nos guie en el empeño y nos haga progresar.
Veamos en nuestras fortalezas, las mejores virtudes para crecer y poder sortear las dificultades y los infortunios que tengamos. Si es así, la transformación personal que tengamos nos hará ver las cosas de diferente manera, y estaremos ante la transformación plena. Aquella que nos provoque un cambio de estado en positivo como camino de aprendizaje hacia la superación personal.
Si creemos en nosotros mismos, nuestras facultades aumentan y nuestra capacidad a desarrollar también. Es la mejor manera de poner nuestra actitud en positivo para poder hacer frente a los contratiempos o reveses que suframos.
Es sabido que los obstáculos o problemas en la vida siempre requieren de entereza y esfuerzo. Por ello, el ser humano siempre está en constante superación en la vida. Una superación que necesita de nuestras habilidades y destrezas, pero al mismo tiempo de una actitud en hacer las cosas y un esfuerzo para poder materializarlas.
No renunciemos al esfuerzo para mejorar en todas las facetas que emprendamos, ni a la perseverancia para progresar día a día.
Hagamos de la superación personal un reto para ser y conocernos mejor; evolucionando y desarrollándonos como personas. Es el mejor modo de avanzar y ser un poco mejores con nosotros mismos. Es ahí cuando mejor conoceremos nuestras debilidades, las podremos afrontar, y las podremos vencer.
Emprendamos el camino de la superación personal con voluntad y sacrificio sin renunciar a lo que somos, pero con tesón y constancia para luchar por lo que ansiamos. Es la manera que estaremos más cerca de nuestro progreso, avance y crecimiento humano.
Aceptemos el reto.

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El optimismo, fuente de bienestar y felicidad personal

Cuando decimos que el optimismo es fuente de bienestar y felicidad personal. Estamos hablando de tener una actitud positiva que nos genera satisfacción personal y un equilibrio físico y mental. Nos encontramos ante el bienestar y la felicidad del alma y la mente en estado puro.
El optimismo personal nos aporta ánimo y seguridad. Una seguridad en nuestras convicciones como verdadero aliento de satisfacción y emoción plena.
El bienestar es entusiasmo y gozo de sensaciones positivas, donde el optimismo nos impregna de lo mejor que sentimos y percibimos. Un talante especial, una actitud ante la vida diferente; empapándonos del entusiasmo de la felicidad que despierta nuestras emociones y sentimientos desde nuestro interior más profundo.
La felicidad es saber vivir mediante el avance y la mejora a modo de satisfacción del ser más profundo que llevamos en nuestro interior personal. Aquel que nos aporta el temple natural de bienestar y serenidad de la mente.
Si el optimismo es el freno ante cualquier frustración de derrotismo y pesimismo. La actitud positiva que mantengamos nos transmitirá la ilusión por ser mejores. Nos hará sentir y vivir lo mejor de nosotros, sin perder la ilusión, ni desfallecer en el intento.
El optimismo es talante y actitud, pero también animo y valor. Un valor de empuje que nos despierta el ímpetu y la energía cuando la necesitamos.
En la vida, la fuerza del ánimo es optimismo al natural. Nuestro tesón particular ante las decisiones y vicisitudes que se nos presentan.
Si buscamos la felicidad y el bienestar personal necesitamos deseo y voluntad. Deseo a modo de aspiración, y empeño para lo que anhelamos. Y voluntad como tenacidad y perseverancia como garantía de éxito en todo lo que acometamos.
Despertemos el ánimo desde el optimismo que nos dote de aliento y satisfacción personal plena, afrontando nuestros miedos más profundos.
La felicidad y el bienestar personal son el temple emocional de serenidad y paz de todo ser humano. La paz de la tranquilidad, y el equilibrio interior. Aquel que nos llena de armonía en el cuerpo y la mente.
Si el optimismo es el acicate que nos da una visión positiva de todo lo que nos rodea, no perdamos la ilusión en todo lo que hagamos, ni tampoco la fe en nosotros mismos como garantía de seguridad y confianza.
El equilibrio personal siempre nos conllevara seguridad y aplomo en todas nuestras actuaciones que profesemos. Una seguridad y confianza de convencimiento en nosotros mismos. Y también una creencia en nuestras convicciones más personales.
No hay optimismo sin bienestar, ni felicidad que no nos impregne del ánimo y del entusiasmo por todo lo nos rodea y sentimos. Y una seguridad de mejora y avance con una ilusión de esperanza y deseo. Al igual, que no hay una fortuna espiritual si riqueza en el alma y paz interior.
Abandonemos el pesimismo de nuestra mente como agente perturbador de desesperanza, desánimo y decepción que nos aleje del optimismo.
El optimismo es esperanza y creencia. Creencia como convencimiento y convicción en lo que hacemos y creemos. Y esperanza de certidumbre ante los miedos y dudas humanas que tengamos.
Si la felicidad es un estado armónico de bienestar y sosiego. Hagamos de la calma y la paz interior un estado de bienestar y satisfacción personal.
Que nuestro vigor personal sea el nervio ante las debilidades y las flaquezas que tengamos. La energía y la fuerza del espíritu que con dinamismo y coraje venza cualquier adversidad.
No hagamos de las desgracias muros insalvables; afrontémoslas con entereza y serenidad sabiendo aceptar lo bueno y malo de la vida.
Si el optimismo es esperanza, también es satisfacción. Aquella que vence la infelicidad y los miedos internos; dotándonos de confianza y certidumbre. Nos hace vencer las dudas y las desconfianzas.
El optimismo también es ilusión y ánimo ante el desaliento y la debilidad de las flaquezas. Por ello, saquemos la fortaleza del espíritu y la energía del alma que nos impregne de optimismo y aliento en la lucha de la vida.
Aprovechemos el optimismo como manantial de bienestar, felicidad, avance y mejora personal.
Que nuestro temple sea la calma y la paz del bienestar como verdadero progreso de desarrollo y evolución personal ante la vida.
Tengamos un estado mental donde el ánimo y la seguridad en nosotros mismos sean la calma y el avance en nuestro crecimiento personal. Es el momento en que estamos ante el optimismo como fuente de bienestar y felicidad personal. Nuestro valor más íntimo a guardar y conservar.
Protejámoslo.

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El inconformismo positivo como acicate en la mejora personal

No hay mejor forma en la vida ante cualquier actuación, sentimiento o quehacer personal o profesional que no pensar en la mejora, el progreso y la excelencia en todo lo que nos envuelve y realizamos en nuestra cotidianidad diaria.
Cuando hablamos de inconformismo positivo nos encontramos frente a una actitud que no solo da respuestas a los quehaceres y situaciones ordinarias que vivimos. Estamos ante un proceder que también busca las mejores soluciones, las reflexiones persónales y la admisión de los equívocos no como algo negativo, sino como aspectos a mejorar en nuestra condición humana.
El inconformismo positivo siempre es un acicate de mejora personal y búsqueda de la excelencia. Es aquel ánimo de atrevimiento en todas las situaciones y actuaciones que vivimos y profesamos. Aquellas que nos dotan de energía y fuerza personal para seguir, avanzar y crecer como personas.
En el inconformismo positivo estamos ante una forma de actitud que nos hace aumentar nuestras capacidades, acrecentar nuestras aptitudes y desarrollar todas nuestras fortalezas que nos enriquecen frente a las adversidades y contrariedades que se nos presenten.
Veamos el inconformismo como una rebeldía positiva de superación personal que nos aporta el impulso necesario ante el desánimo y la frustración de los errores y los fracasos que tengamos en cualquier momento o situación. Estamos ante un inconformismo que hace de incentivo y freno ante el desaliento y el derrotismo. Por tal motivo, veamos en nuestro inconformismo positivo el estímulo e incentivo que nos reconozca el esfuerzo y nos mantenga vivas las ilusiones y convicciones que tengamos.
Cuando el inconformismo positivo se convierte en un acicate de cambio estamos dotándonos del impulso necesario para acercarnos un poco más al progreso en nuestras actuaciones de avance personal. Aquel que nos hace crecer interiormente y mejorar en todos los aspectos de la vida como personas.
El inconformismo personal siempre es una introspección personal de autoconocimiento que nos fortalece en nuestras debilidades y nos aporta dosis de autoestima propia. Aquella que nos hace crecer y nos hace creer en nosotros mismos sirviéndonos de autoayuda en los malos momentos que nos surjan.
Veamos el inconformismo positivo como una potencia de nervio personal que nos impregna de energía y fuerza ante cualquier acción que realicemos. Un dinamismo de valor y empuje que nos transmite entereza personal y nos empuja a seguir luchando por todo lo que ansiamos y anhelamos.
El coraje personal, el ímpetu por alcanzar las cosas que deseamos es un empuje clave que nos enriquece a nivel humano y nos fortalece en la labor diaria.
Hagamos del inconformismo positivo un carácter de empeño, valor y vitalidad que nos haga progresar y desarrollar todo lo mejor que llevamos dentro y nos realice a nivel humano. Es entonces cuando estamos ante el verdadero cambio. Cambio entendido como evolución y renovación de nuestras dudas y debilidades que tengamos y nos sirvan para hacernos sentir realizados ante nosotros mismos. A partir de ahí, empezaremos el desarrollo personal, un crecimiento y madurez plena que conlleve progreso y afianzamiento en todos los procesos, actuaciones y cometidos que llevemos a cabo.
Aprovechemos el estimulo de mejora personal a través del inconformismo positivo como una transformación y cambio que nos genere seguridad propia y crecimiento interno. Seguridad entendida a modo de confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades. Y crecimiento como verdadero avance y mejora que nos haga evolucionar y progresar.
Dotémonos de confianza y firmeza en nuestras convicciones que nos hagan reafirmarnos en el convencimiento de lo que somos. Un convencimiento de creencia propia como mejor aliado para mejorar y protegernos ante las incertidumbres. Auténtico soporte de estabilidad emocional e inmunidad frente a las dubitaciones y las inseguridades personales.
No perdamos la ocasión de cambio personal y aprovechemos el incentivo y estímulo de progreso y avance humano en el inconformismo positivo que nos lleve a la mejora personal, a la autorrealización y a la búsqueda de la excelencia en nuestros caminar humano.

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¿Sueños o metas?

Cualquier persona en su quehacer diario se marca objetivos en lograr algo en la vida sean de la índole que sean. ¿Quién no tiene la esperanza de conseguir un reto, proyecto a emprender u anhelo a conseguir?
Un sueño (sea el que sea) siempre es un proyecto por comenzar y una ilusión, pero una meta continuamente es un objetivo a seguir meditado y planificado.
Las metas constantemente son propósitos a realizar desde la ambición, el anhelo y la aspiración para ir en su búsqueda.
Cuando hablamos de ¿sueños o metas? estamos ante el binomio de la quimera o la ambición. Quimera que muchas veces puede quedar en una ilusión, un simple anhelo o un ideal de sencilla creencia. Y cuando hablamos de la ambición estamos ante el afán por luchar, la pretensión por ir en búsqueda de una meta para que esta no quede en un simple deseo o sueño.
No podemos dejar los sueños que tengamos en una simple o posible realidad a alcanzar. Si es así, todas nuestras pretensiones quedaran en fantasía de una realidad no alcanzada, la frustración y el desengaño personal.
Cuando apostamos por las metas frente a los sueños estamos ante nuestra mejor versión personal que nos despierta la ilusión y nos promueve a la acción. Ilusión para que no sea una simple esperanza o creencia en conseguir algo. Y la acción donde ante cualquier actividad o logro podamos con nuestra fuerza y energía luchar y alcanzar lo que deseamos.
Si dejamos que los sueños personales que tengamos queden en un mero deseo frente a cualquier proyecto o aspiración solo nos llevara al desengaño. Desengaño entendido como decepción personal y frustración por no alcanzar lo deseado.
Muchas veces los sueños quedan en sueños debido a nuestra falta de confianza y la frustración por miedo a no poder alcanzarlos. Al revés que las metas que nos aportan estímulos positivos, alicientes y seguridad en nosotros mismos. Una seguridad personal que es un verdadero aliciente de determinación en nuestra vida y acciones diarias.
A menudo los sueños permanecen en simples ideales personales por nuestras indecisiones, inseguridades y desconfianzas. Indecisiones por nuestras dudas. Inseguridades por las incertidumbres ante cualquier reto que iniciemos. Y desconfianza por el miedo a fallar o equivocarnos.
Hagamos de las metas que ansiemos el mejor escudo frente a los frenos o las dubitaciones que tengamos para que no se convierten en una rémora infranqueable ante cualquier obstáculo o impedimento que se nos presente.
Afrontemos las metas que iniciemos como una verdadera oportunidad de desarrollo personal y crecimiento humano. Un estimulo ante las adversidades y dificultades de la vida que nos haga no decaer y seguir avanzando.
Veamos la disyuntiva ¿sueños o metas? como un espejo donde nos reflejemos ante la realidad de lo que puede ser o ante la realidad de lo que ha de ser. Por tal motivo, apostemos por las metas con ilusión y ambición que nos lleve al fin de nuestro destino deseado.
Ya que no hay final sin comienzo en la vida; hagamos de ese inicio en toda faceta que llevemos a la práctica nuestra razón de ser. Aquella que no quede en un simple querer, sino en un camino trazado, un destino marcado y un propósito a conseguir.
Apostemos por las metas que emprendamos como nuestra mejor causa a seguir para que los sueños no se conviertan en un lastre que nos inmovilice y nos frene en nuestras ambiciones en alcanzar nuestro fin u objetivo.
Sigamos hacia la meta.

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La energía del ánimo como acicate ante los deseos que anhelamos

No hay faceta en la vida que ejercite el ser humano que no requiera de vigor personal, deseos y valor a modo de virtud para conseguir un fin, un motivo o intención concreta.
Cuando hablamos de la energía del ánimo nos estamos refiriendo al ánimo como fuerza y tesón del espíritu que nos dota del entusiasmo y la fortaleza ante los deseos que anhelamos.
No hay fortaleza del ánimo que no necesite del talante y la actitud para emprender, avanzar y luchar por las metas con esfuerzo y determinación.
Las metas pueden ser un deseo ante cualquier propósito a seguir, pero la voluntad de deseo requieren del empuje y el tesón como carácter y espíritu para lograrlas.
Veamos en las ganas por conseguir retos personales un acicate de impulso que nos acerque a los propósitos y las ambiciones deseadas.
Los anhelos no han de quedar en simples deseos y propósitos por conseguir. Han de ser ambiciones que lleguen a la meta esperada y a los objetivos marcados.
De la determinación en la actitud y el esfuerzo radica el éxito o el fracaso de nuestros deseos. Aquellos que desde le ahínco y la posición que adoptemos de constancia y perseverancia nos acercara a las ambiciones deseadas.
La energía y la fortaleza del ánimo siempre han de ir ligadas a la fuerza del espíritu que nos dota de vitalidad en nuestras acciones y nos potencia para seguir adelante ante cualquier obstáculo o contrariedad que se nos presente.
Impulso, convicción y fuerza han de ser premisas a seguir para no caer en el desaliento, el desanimo y la falta de interés ante cualquier actividad iniciada.
No hay metas a conseguir que no necesiten de ganas para emprender, determinación para actuar y esfuerzo para acometerlas.
El empeño y el esfuerzo han de ser guías de optimismo y persistencia que nos doten del ahínco y la pasión para seguir creyendo en lo que hacemos. Auténtica forma de seguir avanzando para no desfallecer en la búsqueda de los deseos y anhelos que ansiamos.
Hagamos del ánimo en nuestra persona una esperanza de ilusión hacia las intenciones que desarrollemos y busquemos un resultado positivo.
De la energía en el ánimo dependerá el acercarnos a consumar las ambiciones que nos tracemos en el camino de la vida. Unas fortalezas de calor personal que nos dotan de vitalidad, potencia de espíritu y alma.
Debemos ir en busca de los deseos desde el optimismo como actitud y talante de comportamiento. Un aliento de pasión en lo que hagamos y una satisfacción personal ante los retos y metas que nos marquemos.
Determinación, interés y esfuerzo son valores personales que nos fortalecen, nos hacen crecer y nos impregnan de capacidad de resistencia para hacer frente a los reveses y los contratiempos que nos aparezcan.
El ánimo para alcanzar los deseos no han de quedar en simples anhelos, sino en perseverancia constante y firmeza en la voluntad para acometer los objetivos trazados.
La fortaleza del talante no es garantía para alcanzar los deseos, pero es la actitud adecuada para ir a por ellos. Es una fuerza motora de vitalidad y entusiasmo necesaria para toda finalidad que se desea y anhela.
La capacidad , el tesón y el espíritu positivo son determinantes anta cualquier meta, objetivo o ambición. Nos aporta entusiasmo de lucha, ilusión para mantener la esperanza y el ímpetu para conquistar los deseos.
Que el valor de la actitud y el ánimo sean los mejores compañeros de viaje en la andadura de los deseos. Aquellos que nunca fallan ante la pasión que ponemos, la emoción que sentimos y la satisfacción cuando se ven realizados.
Nuestro entusiasmo y vitalidad son la mejor energía del ánimo y acicate para materializar los deseos que anhelamos y queremos conseguir. Vayamos a por ellos.

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El crecimiento personal a través del compromiso

Aprender de nosotros mismos es la mejor manera de conocernos como seres humanos y potenciar nuestras capacidades personales sin miedo a conocernos desde nuestro «yo» más profundo.
El crecimiento personal es una constante humana en el transcurso de nuestra vida para poder alcanzar todas las metas, objetivos o metas que nos propongamos. Para ello, es necesario un compromiso personal firme que nos mejore y desarrolle todas las capacidades que poseemos y queremos mejorar.
La responsabilidad que tomemos de compromiso en la búsqueda del crecimiento personal siempre nos desarrolla como personas y potencia nuestro talento y habilidades.
Nuestro crecimiento personal a través del autoconocimiento siempre es un avance en nuestras creencias y convicciones. Aquellas que nos mejoran a nivel interno, nos proporciona seguridad personal y mejora nuestra autoestima.
El crecimiento personal y el compromiso son un binomio perfecto para superar las dificultades personales y vicisitudes de la vida. Un camino a seguir para afrontar los problemas que se nos presenten y poder encarar los obstáculos con las mejores garantías de éxito.
Es en el compromiso y en nuestra responsabilidad personal asumida con nosotros mismos una motivación a modo de acicate en nuestro crecimiento, progreso y cambio personal. Un cambio de transformación para crecer y evolucionar en todos los ámbitos y situaciones de la vida con firmeza y aplomo.
El compromiso que adquiramos en el crecimiento personal es el mejor baluarte para progresar a nivel humano y mejorar nuestro potencial personal, desarrollo y capacidades que tengamos.
Un aprendizaje en el crecimiento personal y en el compromiso moral que vaya desde el conocimiento nos ayudara a evolucionar y mejorar nuestro talento y potencialidades propias.
Veamos en nuestra obligación personal de mejorar, el deber por el que luchar desde nuestras creencias y valores personales. Aquellas que transforman nuestra persona, nos dotan de fortaleza y energía humana como crecimiento y progreso ante la vida y sus enigmas.
Hagamos de nuestra responsabilidad personal de compromiso un estímulo de mejora y conocimiento propio que nos potencie nuestras habilidades y competencias mostrando nuestra mejor versión.
La actitud positiva en el compromiso para progresar en la vida es una manera de ver las dificultades como oportunidades para seguir creciendo a nivel humano, avanzar en nuestros objetivos y desarrollarnos desde nuestro interior más profundo.
No abandonar nuestro compromiso moral en lo que ansiamos y creemos para crecer a nivel humano es una verdadera fortaleza de creencia propia en nuestra posibilidades y crecimiento personal.
El crecimiento personal a través del compromiso refuerza nuestro ánimo con fortaleza ante las flaquezas, titubeos y debilidades que tengamos.
El compromiso en las metas y objetivos marcados siempre es un aliento de energía. Un plus que da valor a todo lo que hagamos y creemos con fuerza y poder de convicción para avanzar y crecer.
Que el crecimiento personal que buscamos mejore nuestra persona, aumente nuestras potencialidades y nos haga evolucionar desde nuestro compromiso con nosotros mismos. Es el camino a seguir para avanzar y mejorar a nivel humano y personal. Aceptemos el desafío.

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Cuando los desaciertos vienen dados por nuestra falta de confianza

No hay ocupación, profesión o tarea que ejercite cualquier persona en su actividad diaria que no necesite de una habilidad o entereza para desempeñarla con efectividad y eficacia. Unas acciones que busquen un resultado positivo con actitudes y decisiones adecuadas, independientemente del ámbito en que se ejecuten (laboral, personal, deporte, sociedad). No obstante para que lleguen a buen puerto, se concreten y materialicen se han de tener unas condiciones propicias para que terminen, se lleven a cabo y no caigan en el desacierto, el error y la equivocación. Estamos hablando de la confianza como esperanza de creencia y decisión. Por ello, podríamos poner en consideración las siguientes reflexiones: ¿qué pasa si las acciones que realizamos cotidianamente no se desarrollan de la forma adecuada y conveniente? ¿Qué pasa si no tenemos el valor de la confianza en tomar decisiones por miedo a equivocarnos? ¿Qué pasa si no tenemos el valor como virtud y coraje ante las dificultades y los problemas que se nos presentan? ¿Qué pasa si perdemos el ánimo como fuerza y energía para resolver o emprender algo?
No hay hecho o acto de desacierto que no venga dado desde la visión parcial o perspectiva de la realidad errónea en el enfoque que nos lleva a tomar resoluciones incorrectas.
Los desaciertos siempre van ligados a la falta de empuje para ejecutarlos de forma adecuada, la inseguridad en la toma de decisiones que tomemos y las vacilaciones a modo de inseguridad y freno que tengamos.
Hagamos del ánimo en la consecución de las metas un empeño de energía e iniciativa ante cualquier disposición que realicemos con aptitud, habilidad y destreza. Alejados del desaliento, el derrotismo y el desanimo que nos conducen a la equivocación y el desacierto.
Los desaciertos siempre vienen dados por la falta de confianza. Una esperanza de indecisión en nosotros mismos que nos conlleva a la inseguridad y la fe propia ante toda decisión o determinación emprendida.
La determinación personal siempre es una decisión de arrojo, valor y voluntad necesaria para afrontar los problemas, adversidades y contrariedades que nos puedan surgir y que no nos hagan caer en el equívoco, el fallo y el desacierto.
La confianza ha de ser parte de nosotros mismos como acicate de seguridad y determinación frente a todo desafío, reto o ambición que anhelemos y deseemos.
Si la inseguridad personal es pieza fundamental de los desaciertos de la vida en todo ámbito que tomamos partido, debemos buscar en la firmeza como una voluntad inquebrantable de constancia en la realización de todo lo que pongamos en marcha que nos aleje de los desatinos, equivocaciones y desaciertos.
No hay motivo equivocado o desacierto que no venga condicionado por un principio, causa o razón determinada. Ante ello, hemos de buscar el efecto que puedan causar decisiones desafortunadas fruto de incertezas, inseguridades y falta de convicciones. Aquellas convicciones que deben ir determinadas desde el convencimiento, la evidencia y la seguridad. Verdaderos aliados de garantía y aval para que tengan un desenlace adecuado y positivo que nos den valor, valía y merito personal de capacidad y competencia como eficacia, aptitud y triunfo.
No caigamos en despropósitos equivocados e incoherencias de contradicción en lo que creemos y luchamos por alcanzar.
Los despropósitos son desaciertos de inseguridad y falta de valor ante los acontecimientos que debemos afrontar y las decisiones que debemos tomar.
Busquemos el valor como virtud propia de empuje y tesón que nos proporcione la energía y la fuerza ante las decisiones y resoluciones que tengamos que adoptar. La fuerza del esfuerzo, la energía de firmeza y el coraje a modo de ímpetu de decisión y valentía.
No hay peor desacierto en la vida que aquel que parte de la equivocación irreflexiva y que no busca la perspectiva y el enfoque de la realidad de los hechos. Con una actitud pasiva ante las determinaciones a tomar, y que no haga frente ante los desaciertos y los despropósitos que están faltos de determinación y suficiencia necesaria. Una suficiencia que se vuelve en incapacidad e insuficiencia cuando pierden su razón de ser por la inseguridad, falta de confianza, dudas e inseguridades.
Recobremos la creencia personal de seguridad, decisión y voluntad que nos dote de entereza y confianza. Una confianza en forma de ánimo, vigor y coraje ante las determinaciones a tomar que nos distancien de los desaciertos y nos acerquen al éxito y el triunfo en todo lo que deseemos culminar y conseguir. Es la mejor forma para alejarnos de las caídas, reveses y fracasos de la vida.
Ganemos la confianza en nosotros mismos como mejor aliado de firmeza, acierto y triunfo propio. Es nuestro camino hacia el éxito y la victoria personal y humana.

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Claves de liderazgo en las organizaciones

La cuestión sobre el liderazgo en las organizaciones no es un tema baladí, de hecho es este es el elemento principal a la hora de dirigir las compañías y establecer una cultura organizativa que se alinee con la misión y la visión de cualquier organización.
El primer elemento fundamental para desarrollar un liderazgo con éxito reside en entender cuál es la estructura organizativa de la empresa y si esta está siguiendo la estrategia planteada. Como afirma Alfred Chandler en su libro «Strategy and Structure: Chapters in the History of the Industrial Enterprise» la estructura, entendida como el sistema vertebrador, el organigrama o el sistema de jerarquías de la compañía, si no sigue la estrategia puede generar falta de coherencia, ineficiencia operativa entre otros desafíos como la falta de ajuste a las necesidades dinámicas del mercado. En una agrupación funcional cada departamento o sección está especializado en su ámbito, lo que permite que se realicen los procesos de una forma más rápida y automatizada, donde es en el superior jerárquico a quien corresponde decidir y tomar la mayoría de las decisiones. El problema que puede surgir es que haya una sobrecarga en la cúspide sobre toma de decisiones estratégicas que además en muchos casos pueden ser contrarias a la de otras secciones perjudicando así las relaciones horizontales entre estas. Por ello, es fundamental implementar mecanismos de coordinación adecuados y ello, principalmente es responsabilidad del líder o directivo. En unidades de menor tamaño o de span de control estrecho primará la supervisión directa o la normalización/estandarización de procesos y en agrupaciones producto mercado la normalización de outputs o habilidades. En ambas, es fundamental que sea el vértice estratégico el que defina claramente dicha estructura porque de no ser así, no estaría alineada esta con la estrategia de la empresa.
El segundo elemento fundamental para que concurra un liderazgo con éxito es la relación entre el núcleo de operaciones ya no con el vértice estratégico sino con la línea media, es decir, el conjunto de directivos con autoridad formal. Atendiendo al modelo de Hackman y Oldham hay tres elementos importantes a considerar para aumentar la performance de los trabajadores. La primera de ellas es el significado del trabajo i.e. cómo percibe el trabajador que su labor aporta valor a la organización, además de qué trascendencia tiene la actividad que ejerce. Seguidamente interviene la autonomía que tiene dicho trabajador a la hora de realizar su trabajo y su grado de libertad, si hay una gran supervisión directa o si se deja espacio a que sea el propio trabajador el que adquiera la responsabilidad. Un ejemplo de este podría ser cualquier tipo de burocracia profesional e.g. despacho de abogados, consultoría, donde dichos profesionales tienen libertad a la hora de ejercer su trabajo aunque tengan que seguir unos procesos formales. En tercer lugar, se haya la retroalimentación, es decir, el feedback que reciben dichos trabajadores por la labor realizada y en qué grado se premia o se valora la actividad que desempeñan.
En conclusión, es fundamental que un líder tenga en consideración no solo factores técnicos y estructurales sino también los humanos para poder alcanzar la excelencia operativa y por ello cobran relevancia autores de la segunda mitad del siglo XX como Chandler o Hackman ya que como dijo Mark Twain “la historia nunca se repite, pero a veces rima”.

Artículo cedido para el ágoradelpensamiento
Autor: Antoni Lorente González

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No caigamos en el derrotismo ante las contrariedades

Todo fin ansiado o hecho concreto que nos pueda suceder en la vida como seres humanos, nos podemos encontrar impedimentos u obstáculos a vencer. Son dificultades a modo de freno o barrera que si no se consiguen los resultados esperados Ante nos pueden provocar derrotismo y desánimo. Si es así, nos podríamos plantear los siguientes dilemas: ¿cómo podemos superar una situación de derrotismo?
¿Podemos vencer el pesimismo y la negatividad ante las contrariedades? ¿Influye la actitud personal en cómo combatir las dificultades y obstáculos que se nos presentan en la vida?
No podemos hacer del derrotismo ante cualquier contrariedad un estado en nuestra persona de pesimismo y negatividad ante una dificultad que se nos presente y tengamos que sortear.
Las dificultades en la vida son contratiempos que necesitan de la perseverancia como forma de lucha y esperanza. Aquella ilusión que nos dota de confianza para encarar cualquier problema, inquietud o tropiezo que se nos presente.
La firmeza en nuestras acciones personales son el mejor dique de contención y limite para vencer los contratiempos y contrariedades del día a día.
Debemos aparcar la negatividad a modo de freno de los obstáculos y tropiezos que tengamos. Sabiendo que las dificultades que se nos aparezcan en todo ámbito de actuación diaria de la vida que participemos necesitan de la lucha propia, la insistencia en mantener nuestras convicciones y el afán por luchar para no caer en el desanimo ni el desaliento.
El talante personal de ánimo ha de ser una fortaleza de fuerza y vitalidad de cara a los obstáculos y tropiezos personales que nos sucedan en el transcurso de nuestra vida.
Hagamos de la firmeza personal una fortaleza de entereza y empuje que persista en el empeño y el aliento de la lucha para hacer frente a toda complicación o percance que tengamos.
Persistamos en luchar y no caer en el derrotismo ante las contrariedades desde la confianza en nosotros mismos con la esperanza de tesón y decisión en todo lo que hagamos y emprendamos.
Veamos el ánimo como una actitud de firmeza y entereza ante los limites que nos ponga la vida, pero con la ilusión, el valor y el espíritu de lucha, afán y empeño por todo aquello en lo que creemos y ansiamos.
No hagamos de los problemas inquietudes personales que nos afecten al espíritu y caigamos en la decepción personal, la tristeza y la desesperanza.
Las dificultades y las complicaciones en la vida necesiten persistencia y lucha, pero también ver la realidad desde su perspectiva más real y justa. Aquella que nos de amplitud de miras y mejor visión de las cosas para que podamos dar la respuesta más adecuada y acertada.
Mantengamos el aliento y el ánimo frente al pesimismo y la desesperanza teniendo un carácter de decisión y actitud positiva como fortaleza de fuerza y vitalidad.
Hagamos de nuestra energía del espíritu un valor de ilusión que frene la negatividad y el pesimismo del derrotismo ante las contrariedades.
Convirtamos el pesimismo en esperanza y el derrotismo en optimismo personal para que gane la partida a cualquier tipo de decepción, desilusión o tristeza.
Abordemos las dificultades de la vida y los tropiezos con valor y espíritu de firmeza para no caer en estados de decepción, frustración y fracaso por no saber afrontar los contratiempos y tropiezos de la vida.
No hay mejor freno al derrotismo que el ánimo y el valor en saber por lo que luchar y creer, independientemente de las contrariedades que nos surjan y las barreras que se nos presenten.
Perseverancia, ilusión y ánimo han de ser virtudes a seguir que nos doten de la firmeza y el coraje de lucha para enfrentarnos al derrotismo ante las contrariedades; desde la esperanza, el optimismo y el ánimo. Una ilusión de esperanza, confianza propia y fe en nosotros mismos como garante y seguridad que nos proteja ante cualquier dificultad que nos haga caer en la desesperanza y la tristeza.
Veamos las dificultades con confianza, la negatividad con esperanza, y la lucha y el ánimo sean un acicate frente a cualquier freno de optimismo e ilusión para vencer al derrotismo ante las contrariedades.
Es nuestro camino de fortaleza, conocimiento y positivismo a seguir.

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La tenacidad como empeño y estímulo personal

En todo fin o resultado a conseguir en la vida se necesita de una conducta de firmeza y constancia en la búsqueda de un resultado final satisfactorio. Para ello, es imprescindible mantener una actitud de perseverancia y una fuerza para impulsar los propósitos a modo de fortaleza de espíritu ante las dificultades que nos puedan surgir. Es decir, estamos hablando de la tenacidad como empeño y estímulo personal. Un empeño de fuerza que nos impulsa a seguir sin desistir en nuestras convicciones y creencias propias.
La constancia ante cualquier anhelo necesita del ánimo y del carácter de persistencia y voluntad como energía e incentivo para todo logro que pongamos en marcha y deseemos alcanzar.
No hay tenacidad sin tesón y firmeza en las aspiraciones y desafíos que emprendamos a nivel particular, propio o colectivo.
La voluntad es una energía de conquista e incentivo que busca en la tenacidad el esfuerzo y la actitud determinada frente a una conquista, logro o reto personal.
El vigor y la fortaleza de espíritu es el entusiasmo como carácter singular que nos dota de seguridad y valor de resistencia frente a las dificultades y contrariedades que tengamos que enfrentarnos.
Las ambiciones que conlleven tenacidad en las acciones son estímulos de nuestra identidad y propósito en las conquistas a alcanzar.
Veamos en la motivación personal que tengamos un acicate, razón de ser y causa por la que luchar sin desfallecer en los deseos y anhelos que aspiramos obtener.
La tenacidad como empeño y estímulo personal nos transmite seguridad en nosotros mismos y determinación en cualquier toma de decisión que tengamos que proceder. Es la fuerza y la energía interior de potencia y solidez de nuestra idiosincrasia propia y singular.
Toda voluntad requiere del empeño y la perseverancia ante las pretensiones y desafíos que nos marquemos. Una actitud de entereza y empuje a modo de fundamento para la consecución de todo propósito, objetivo, finalidad o aspiración que se desee.
La firmeza en los empeños han de ser alicientes ante los retos, ambiciones propias o ajenas que tengamos, pero con el valor del empuje para afrontarlos y enfrentarnos a ellos.
La voluntad en la tenacidad ha de ser una pretensión de esfuerzo, ánimo y estímulo personal en las determinaciones y decisiones a resolver.
No hay perseverancia ante un desafío que no vaya acompañada de la fuerza interior como motivación de acción, razón de ser y lucha para culminarlo.
Si el entusiasmo es el ánimo del esfuerzo; la tenacidad ha de ser la constancia ante los anhelos que busque el estímulo personal como base de consecución, conquista y éxito.
Nuestra identidad propia es nuestro carácter singular y personal ante la vida que requiere del estímulo y el empeño en la tenacidad como acicate, fuerza y energía de resistencia y lucha para alcanzar y conseguir los propósitos y pretensiones que ansiamos.
Veamos en la tenacidad, la fuerza y la perseverancia para la consecución de los logros. Siendo la motivación y el empeño la razón de ser, causa y estímulo que nos empuje para ir en su búsqueda.
La voluntad de esfuerzo es el mejor aliciente de determinación personal, solidez y valor de conquista para la consecución del éxito.
Los propósitos requieren de resistencia y fortaleza para su consecución. Sin embargo si no van acompañadas del estímulo personal y la actitud para afrontarlos con voluntad y animo están condenados al fracaso. Por tal motivo, veamos en la tenacidad, la firmeza y la voluntad de acción como mejor empeño y estímulo personal que nos acerque a cualquier meta, propósito o reto para conseguirlo y alcanzarlo. A partir de aquí nos podemos preguntar: ¿para qué sirve la tenacidad como empeño y estímulo personal? La respuesta viene dada como la mejor forma de que nuestra identidad propia, actitud y fortaleza quede incentivada y reafirmada; haciéndonos más grandes a nivel interior y personal. Una satisfacción de creencia en nosotros mismos como razón y causa de ser ante cualquier anhelo, deseo o reto que deseemos y emprendamos.
Hagamos de nuestro incentivo personal nuestra razón de ser, pensar y actuar.

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