Cuando hacemos inciso en lo que es la transformación del espíritu estamos hablando del ser humano como esencia y naturaleza propia. Nuestro ser puro más íntimo y profundo. Estamos ante nuestra alma al descubierto sin corsés como materia viva que busca el cambio y la evolución personal.
Desde nuestra conciencia humana, el espíritu ha de ser el valor del ánimo que conlleve coraje en nuestras acciones y brío de energía en nuestras actuaciones ante la vida.
Nuestra esencia natural es la voluntad del espíritu. Aquel fundamento de todo individuo con su temperamento, personalidad y carácter genuino.
El ser humano tiene una condición e idiosincrasia propia que le hace tener percepción ante la vida. Aquella que es parte de sus ser, existir y vivir (única y diferente).
El ánimo es un estado y actitud de evolución humana que nos hace vivir en primera persona las sensaciones y emociones. Un valor de coraje natural que es símbolo de nuestra personalidad, voluntad y espíritu.
La naturaleza propia del espíritu tiene carácter, temperamento, fuerza y decisión como fundamento de personalidad, energía y determinación.
La esencia del ser humano es su entraña viva en persona y centro de gravedad como individuo. Estamos ante su interior más profundo y recóndito. Alma personal y materia viva.
El espíritu es cambio en evolución. Una forma de crecer desde nuestro fondo más íntimo. Desde la naturaleza del «yo personal» que es parte de nuestra identidad y fundamento consustancial. Nuestro símbolo personal y temperamento que forman la base y el alma que nos dota del juicio, razón y fondo natural de como somos.
No hay voluntad de cambio y transformación sin el espíritu del ánimo que nos aporte fuerza y energía vital en nuestras decisiones y comportamientos. Verdadero fundamento, motivo y razón de ser.
Nuestra transformación y evolución ha de ser un desarrollo personal de progreso y cambio. Un auténtico sentimiento profundo que nazca del corazón y nos haga diferentes y mejores. Que conforme un estado anímico personal de avance, evolución e impulso ante la vida con determinación y ahínco.
Nuestro paso por la vida no ha de quedar en un solo existir, sino en un vivir y cambiar. Un cambio personal que ponga la capacidad y la naturaleza del ser humano al servicio de una verdadera metamorfosis de renovación y evolución.
Hagamos de nuestra renovación personal el eje y reforma del alma. Donde el ánimo sea un valor de coraje y temperamento como valor de valentía y decisión.
Que el alma sea la esencia de vida del espíritu. Un verdadero sentimiento interior de nuestro corazón más noble y profundo.
Hagamos desde la voluntad del espíritu una auténtica catarsis de purificación de la mente ante los miedos, traumas y recelos que tengamos. Eliminando cualquier sentimiento de negatividad nocivo y dañino que llevemos. De esta forma, podremos devolver la ilusión, el ánimo y la esperanza perdida.
Que la transformación del espíritu en nuestra persona nos proporcione seguridad y confianza en nosotros mismos y reafirme nuestras convicciones. Aquellos principios y creencias que son personales e intransferibles.
Nuestra transformación y cambio personal no sólo ha de quedar en un fundamento y valor ante cualquier aspiración a conseguir, sino en un afán de superación, empeño y deseo a lograr.
Es nuestra esencia íntima y pura la que ha de hacer la verdadera transformación de cambio y conversión. El alma natural y esencia interior que nos dote de la energía, fuerza y potencia humana.
Que el cambio y la conversión del espíritu sea un crecimiento interior de desarrollo y proceso de evolución personal. Un cambio de lo viejo a lo nuevo. Nuestra esencia y naturaleza tal cual. La mejora humana al servicio de uno mismo y los demás.
Es nuestro reto humano y transformación del espíritu.
Vivamos el cambio.
La transformación del espíritu
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