¿Percibimos la realidad de la misma forma los seres humanos? ¿Cómo afecta nuestro carácter en el sentir de la vida? ¿Influyen nuestras emociones en la actuación y manera de ver las cosas?
Todas las intenciones o deseos en la vida son situaciones que viven los seres humanos en el día a día. Aquellas que dependen de nuestras emociones y sentimientos y que nos afectan en función de las eventualidades, estados o contingencias que se producen (a nivel personal, familiar, profesional, afectivo).
La realidad o perspectiva de los hechos que nos acontecen a diario tienen una influencia en nuestro carácter y forma de pensar y actuar. Es nuestra personalidad y temperamento con su idiosincrasia propia que marcan las emociones, sentimientos y realidades que sentimos y percibimos.
Las impresiones humanas en nuestra forma de sentir están condicionadas por la conducta en ver las cosas desde la disposición de nuestro estado afectivo, del conocimiento de uno mismo y sus circunstancias.
La influencia de las emociones, la forma de actuación y comportamiento en la vida es un modelo claro que conforma la visión propia que tenemos desde su espíritu positivo o el derrotismo que impregna la negatividad.
Una pregunta nítida de nuestra percepción de lo que nos envuelve y la respuesta del ánimo ante lo que nos acontece frente a cualquier hecho o consideración sería: ¿cómo vemos en la vida el vaso, medio lleno o medio vacío?
Si nuestra ánimo es pesimista veremos las cosas siempre desde el estado más desfavorable, pero si aceptamos la realidad desde el optimismo aceptaremos la realidad de los problemas con más objetividad descubriendo la capacidad que tenemos para poder hacerles frente.
La actitud personal ante la vida es una muestra de nuestro carácter y punto de vista desde el prisma propio de la realidad que tenemos haciéndonos sentir emociones y sensaciones.
No caigamos en la visión catastrófica de la negatividad de las cosas ni de los pensamientos que nos provoquen desaliento, tristeza y desesperanza.
Mantengamos un talante positivo en la actitud y el entusiasmo como fuente de energía y empuje ante las dificultades y los momentos de debilidad.
La predisposición ante las decisiones y comportamientos que tengamos han de tener un temperamento de temple, ganas y apuesta por hacer cosas. Viendo en las capacidades personales un modo de impulso ante las contrariedades y acicate de nuestro interior más profundo.
No veamos el vaso medio lleno de desesperanza y negatividad con nosotros y con los demás. Al revés, hagamos que el derrotismo se convierta en triunfo y optimismo, y la desesperanza en ilusión.
El vaso veámoslo lleno de tesón por luchar y afrontar las vicisitudes y complejidades que nos aparezcan manteniendo el espíritu de superación; la fuerza de la convicción y el valor del empeño en persistencia para mantenernos firmes y constantes en nuestras formas de obrar y creencias propias.
Demos un nuevo enfoque a nuestra vida con un cambio de talante personal. Una nueva postura para encarar retos, metas y envites de la vida que nos hagan pasar del pesimismo al optimismo; del vaso medio vacío al vaso medio lleno.
Hagamos que la esperanza no sea una quimera, sino un sentimiento de satisfacción y plenitud personal.
Los sentimientos son emociones del ánimo que han de estar alejadas y aparcadas de todo derrotismo y negatividad.
No perdamos la entereza en la lucha por lo que creemos y ansiamos con la fuerza del empeño y el ánimo de nuestro talante.
Alejemos de nuestra mente la visión de ver el vaso medio vacío teniendo la panorámica de ver las cosas siempre desde el prisma de la esperanza real y efectiva.
No tengamos una percepción y enfoque de la vida distorsionada por prejuicios negativos de antemano que nos mermen y paralicen en nuestros quehaceres cotidianos.
El optimismo ha de ser un estado de ánimo de nuestras emociones que nos dote de confianza y persistencia en todo lo que hagamos.
La negatividad solo se vence con la fortaleza del ánimo del espíritu y el empeño para combatir el derrotismo.
No hay desaliento en la vida que no se vea vencido por un talante positivo de nuestras acciones y actuaciones.
Si la actitud es parte de nuestra personalidad, el comportamiento ha de tener una disposición positiva de ánimo y energía interior.
La visión o percepción del vaso medio vacío están acompañadas de conductas alejadas de la debilidad, el pesimismo y el desánimo.
Aislemos de nuestra mente sensaciones y sentimientos negativos que nos hagan perder el afecto propio y las emociones humanas como nobleza de afectividad y emotividad.
No tengamos una visión distorsionada de la percepción de la realidad de las cosas desde la negatividad en ver el vaso medio vacío, sino por medio de la fortaleza del espíritu para que veamos el vaso medio lleno.
Propugnemos un cambio de paradigma y un nuevo enfoque de todo lo que nos acontece y rodea a través de la conducta, el ánimo y la actitud positiva.
Hagamos del cambio personal el mejor aliado y acicate ante una nueva visión de vida.
Ese es nuestro compromiso.
¿Cómo ves el vaso, medio lleno o medio vacío?
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