Meditaciones sobre el sentido de la vida

El sentido de la vida es una concepción filosófica, ética y religiosa que busca hallar un “para qué” de nuestra existencia. Ciertamente hay muchas teorías que abarcan esta cuestión, desde planteamientos fatalistas que defienden a una deidad como ser que influye en nuestro destino a planteamientos voluntaristas en el que el propio ser humano es sujeto activo que dirige su vida y le da sentido él mismo. Pero para concebir de una manera más fehaciente y fidedigna el motivo de nuestra existencia hay que determinar primero cuestiones como: ¿existe de verdad un sentido para nuestra vida? En caso de determinarse que sí, un ser animal también lo podría tener porqué un ser humano, de un animal principalmente se diferencia de su capacidad racional. En el caso de que el ser humano sí que le pueda dar un sentido a su existencia porque tiene la capacidad y las habilidades para encontrarlo, ¿quiere decir que cuando éste fue un hombre primitivo, neandertal o no existía un pacto social, que creó las sociedades, tampoco existía un sentido de la vida para las personas? En ese caso el “para qué” final de porqué vivimos y existimos iría íntimamente relacionado con nuestra capacidad de organizar, sintetizar y racionalizar ideas y conceptos. Por ello, ¿Acaso un sentido de la vida, un fin último puede ir ligado a la capacidad de racionalizar? ¿Qué ocurre con esas personas que carecen de capacidad de razonar, con dificultades de relacionarse interpersonalmente o con menos facilidad de organizar las ideas, acaso ellas no tienen un sentido último para su vida?
Debido a esto, surgen otras cuestiones sobre la felicidad, estrechamente ligadas al sentido de la vida. La finalidad de la existencia de una persona no puede ser infeliz, triste y solitaria. El ser humano es un ser social, busca inherentemente de su conciencia ser feliz, busca placer, busca saciarse. Debido a que estos términos son muy amplios y omnicomprensivos a lo largo de la historia se han ido desarrollando teorías como la Platónica en la que el ser humano a través de la introspección y la búsqueda en uno mismo podía encontrar y conocer el bien, y por ello actuar en pos de este. Por otro lado, existen planteamientos como los de Stuart Mill, de carácter utilitarista, quien decía que la felicidad se encuentra en el placer, de manera controlada y limitada, aunque es más elevado moralmente buscar el placer para el máximo número de personas, y no solo el propio placer como sostenía Jeremy Bentham. Es más, Mill plantea que muy pocas veces, solo los mártires y los héroes anteponen la felicidad ajena a la personal, es decir, su sentido de vida es la felicidad de los otros. Por ello, tenemos que preguntarnos si el sentido de nuestra vida es simplemente nuestro beneficio personal y el de nuestros familiares o también el de personas que no conocemos y que tienen proyectos de vida que difieren de los nuestros.
Atendiendo a la condición de que el ser humano es libre, sea la felicidad un camino con un último fin, sea el sentido de nuestra vida saber que estamos en el camino correcto o sea dedicarse vocacionalmente a lo que uno ama, cada persona puede hacer de su sentido de vida un único y personal, que no interfiera en los propósitos de vida de los demás, que pueda desarrollar sus proyectos vitales libremente, es decir que cada uno pueda dar sentido a su vida y encuentre el “para qué” de su existencia.

Artículo cedido para el ágoradelpensamiento
Autor: Antoni Lorente González

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Acerca de Lorente Andía

Reflexiones y análisis sobre el pensamiento humano y nuestra sociedad.
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