Todo ser humano busca el equilibrio personal a través de la paz interior y la calma que nos aporte la armonía necesaria en la búsqueda de la felicidad y el bienestar del espíritu. Es la tranquilidad armónica del cuerpo y la mente que nos dota del sosiego y la placidez en nuestra forma de ser, sentir y comportarnos. Ser, como esencia de naturaleza y sustancia humana. Sentir, como sentimiento que nos aporte la sensibilidad y las sensaciones de lo que percibimos y observamos del mundo con la naturaleza y nuestro entorno humano. Comportamiento, como conducta de actuación que implementamos en nuestros procederes de conducta y vida diaria.
Busquemos el equilibrio personal que haga frente a las desgracias que se nos presenten desde la entereza y la firmeza de nuestros pensamientos que nos dotan de la energía y la fuerza para poder afrontarlas.
No renunciemos a la felicidad del espíritu que es parte de nuestra alma (sustancia viva y esencia humana). Aquella que nace del interior, es ánimo y naturaleza propia como cualidad inherente del ser humano.
No hay alma sin sentimiento ni voluntad del espíritu que no forme parte de nuestra conciencia, que nos hace sentir, pensar y entender.
Alcancemos el equilibrio personal a partir de la reflexión intima de nuestro ser que busca mediante el conocimiento su razón de ser. Una búsqueda mediante tres ejes a seguir: el raciocinio, la racionalidad y la capacidad a modo de competencia, disposición y saber.
Hagamos del cuerpo y la mente una simbiosis de fusión y visión humana que a través del equilibrio emocional nos transmita sensibilidad, afecto y ánimo. Son nuestras emociones de sentimiento, estima y ternura consustanciales al ser humano. Que deben ser el «ADN» natural e inherente que nos acompañe en el peregrinar de la vida. A través del cariño, el afecto y la amistad ante todo lo que nos rodea y somos participes como seres humanos.
Debemos encontrar la armonía del espíritu que nos transmita tranquilidad personal, alegría humana y paz interior. Que bonitas palabras cuando van acompañadas de la tranquilidad en nuestras creencias y convicciones que nos aportan sosiego y equilibrio. Son los principios humanos de cada individuo que parten del corazón y nos hacen diferentes.
Podemos conseguir el equilibrio personal cuando creemos y poseemos la fe como creencia;
convicción y confianza de convencimiento de nuestras ideas y pensamientos.
Veamos en el entendimiento de la mente: una inteligencia de pensamiento y razón que haga de nuestros propósitos e intenciones designios de metas y objetivos que nos aporten bienestar espiritual, felicidad del ánimo, paz, armonía y equilibrio personal.
No hagamos de la riqueza material una fortuna del alma y del espíritu. Hagamos de la fortuna del espíritu una riqueza de satisfacción interior de agrado con nosotros mismos (con nuestra persona, cuerpo y mente). Una felicidad que se gana desde el espíritu y que nace del interior de la fe como convencimiento y principio básico personal.
Cuidemos el cuerpo como baluarte de higiene de la mente que nos aporte equilibrio y mesura. Una mesura que transmita sensatez ante nuestros actos y prudencia en las determinaciones de sabiduría en nuestras decisiones.
La sabiduría personal siempre aporta coherencia personal ante la vida. La coherencia necesaria que nos haga ver la perspectiva real de la vida por medio de su máxima amplitud de miras como garante para no caer en contradicciones entre lo que pensamos y hacemos. Es el equilibrio de la razón a partir del raciocinio, la reflexión y el juicio personal.
En el espíritu del alma se encuentra la esencia de la felicidad como satisfacción y bienestar que busca la paz del espíritu y el equilibrio personal a través de la mente como segura y auténtica razón de ser, existir y vivir.
Disfrutemos de la naturaleza humana en su esencia encontrándonos con nosotros mismos para poder alcanzar la meta que nos proporcione el equilibrio personal como camino hacia la calma y la paz interior.
Emprendamos el camino.
El equilibrio personal: un camino hacia la calma y la paz interior
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