Cuando las sociedades se impregnan de resignación y conformismo, la mediocridad siempre hace su aparición. Sólo desde sociedades con criterio y espíritu critico, pueden avanzar en sus conquistas, metas y anhelos de futuro. La perseverancia en las convicciones de sus individuos han de servir como transformación y estimulo en la búsqueda de su mejora social y humana.
Si el capital humano de una sociedad es su mejor patrimonio. A través de la igualdad y la libertad individual de sus ciudadanos, podremos hacer sociedades mejores: más humanas, más justas y al servicio del bien común.
Ese es nuestro reto, y esa ha de ser nuestra ambición.
La resignación de las sociedades
Esta entrada fue publicada en Sociedad y Humanismo. Guarda el enlace permanente.