Potenciar la creatividad nunca ha sido condición tan necesaria como ahora.
Y no solamente estamos hablando de una creatividad individual, sino también una capacidad de ajuste y flexibilidad organizacional.
Aquellos profesionales capaces de no solo reestructurar sus procesos de trabajo establecidos rompiendo el status quo, pero inspirando y liderando esta creatividad, serán aquellos que triunfen en el futuro. La mayoría de empresas ancladas en una cultura, intentando sostener un negocio caduco, morirán sin poder encajar, sin poder encontrar o rencontrar su nicho en el mercado.
La incertidumbre de estos mercados propicia el momento perfecto para fomentar esta creatividad, precisamente ahora, bajo un cambio de paradigma. Cuando los sistemas que conocemos se rompen, se crea la oportunidad para salir del molde, para reordenar conceptos y mejorar procesos.
Y si estas capacidades son presentes en toda persona, ¿por qué las perdemos a lo largo del tiempo? Modelos educacionales, sociales y culturales nos empujan a buscar nuestra zona de confort, casualmente la misma para todos. Pero esta tendencia, esta inducción, ya no sirve.
Imaginación, ilusión, ambición, son características comunes en todos nosotros cuando nacemos, un capital intelectual que solamente podremos recuperar si perdemos el miedo a salir de nuestro ámbito, cuando estemos dispuestos a renunciar a nuestra seguridad, a tomar acción, inspirar y empezar a crear.