La sociedad se encuentra perpleja viendo como la clase política se ha convertido en una casta con privilegios especiales donde priman sus intereses partidistas alejándola de la realidad social y de los problemas de la gente. Esta actitud provoca en los ciudadanos una percepción de la política como una actividad lejana en su concepción de servicio público de transformación y mejora colectiva. El alejamiento de los políticos ha provocado una desafección entre la sociedad y la política que a día de hoy marca el desanimo ante la falta de aportaciones y soluciones en la lucha contra la crisis económica que estamos inmersos.
Las sociedades no avanzan en su futuro con sistemas políticos inadecuados. Se han de buscar puntos de encuentro y respuestas acordes a los nuevos tiempos que vivimos. Es necesaria una regeneración política en profundidad de los partidos tanto a nivel de democracia interna de los mismos como a nivel de su actividad y actuación exterior donde ha de imperar la transparencia y la ética. De lo contrario la política seguíra siendo un obstáculo en nuestro avance social que no podemos permitirnos. Los pilares de una sociedad se han de sustentar en un sistema político creíble que genere dinamismo en sus individuos siendo la política una prolongación de la misma. Se han de ofrecer respuestas a los problemas e inquietudes sociales creando marcos adecuados ante las nuevas necesidades de sus ciudadanos.
La política ha de seguir siendo una actividad de servicio público más humana y no una casta privilegiada y elitista de unos pocos en perjuicio de todos. Los despachos del poder se han de acercar a los ciudadanos y no alejarse de ellos. Sin aportaciones a la sociedad, la política se convierte en un problema y no en una solución. Ese es el camino y ese debe ser el reto.
¿La política al servicio de la sociedad?
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