Que las decepciones personales no nos mermen el ánimo

Toda esperanza, propósito o sueño de cualquier ser humano busca la satisfacción de que se cumpla lo que desea. Pero, ¿qué pasa cuando nuestros deseos e intenciones no llegan a buen puerto? Es cuando aparece la insatisfacción como verdadero estado de ánimo de decepción ¿Quién no ha tenido anhelos por cumplir en la vida? ¿Se cumplen siempre todos los propósitos que emprendemos? ¿Se materializan todas las expectativas que tenemos en mente? ¿Hemos tenido algún desengaño personal?
que nos invade a modo de sentimiento de contrariedad y desánimo. Es un estado de desaliento personal y abatimiento físico que nos deja sin el entusiasmo y la energía del espíritu.
Toda decepción personal es una merma del ánimo que conlleva el desánimo, la tristeza y el desaliento.
Es en el fracaso de las expectativas inalcanzadas donde aparece la desilusión por esperanzas fallidas o ilusiones perdidas.
Aunque las decepciones sean propias o involuntarias no perdamos el entusiasmo por la vida, con nuevos propósitos, intenciones o deseos.
No hagamos de las sensaciones negativas estados de desánimo. Al contrario, mantengamos el tesón por lo que hacemos y creemos.
Mantengamos en nuestro interior más profundo del alma, la valentía del espíritu y el deseo por la esperanza en mantener la ilusión.
Los estados de desencanto no han de ser una merma ni perjuicio que nos afecte a nivel personal; han de ser deseos para mejorar, crecer y potenciar los afectos y las emociones.
Hagamos que nuestras sensaciones y sentimientos personales no se vean afectados por las decepciones vividas y las expectativas inalcanzadas.
Veamos en el tesón de nuestras actuaciones, el vigor de impulso y valor para enfrentarnos a deseos insatisfechos y situaciones de desencanto y frustración.
No veamos en la desilusión de las decepciones menos posibilidades por afrontar. Al contrario, veamos nuevas metas y nuevas vivencias por vivir.
De todo desencanto, frustración o fracaso siempre se ha de ver la vida desde una perspectiva positiva. Una nueva oportunidad de ganancia a conseguir y de provecho personal que nos fortalezca y nos dote de aliento y fuerza ante nuevos anhelos y deseos por experimentar.
Si los desengaños son desalientos de tristeza; de nosotros dependerá tener un cambio de actitud y talante que se aleje de la negatividad del desencanto y nos acerque a la fuerza del ánimo.
Ya que toda norma o perjuicio ante una expectativa fallida conlleva desilusión, nuestro coraje y empuje ha de ser la energía que nos cambie la actitud y nos fortalezca el espíritu.
Convirtamos la frustración que sentimos en aliento de lucha, y los reveses de la vida en arrojo y coraje.
Si en las ganancias perdidas o las decepciones sufridas nuestras emociones se ven resentidas, hemos de cambiar las emociones en sensaciones positivas; y la contrariedad en temple y serenidad.
La insatisfacción es un estado de desagrado y descontento que requiere coraje para encarar situaciones inesperadas.
Los desalientos ante las decepciones siempre debilitan la fuerza y el desánimo. Ante ello, no podemos desfallecer ni abatirnos en la apatía y la desgana en forma de tristeza y decaimiento.
Aumentemos la autoestima ante los fracasos y las frustraciones que nos hacen perder fortaleza, aliento y fuerza en emprender nuevas situaciones, pálpitos y sensaciones con estímulos positivos.
Si las expectativas pueden traer desengaños y desencantos; la desilusión por expectativas fallidas no han de ser decepciones de desánimo ni desaliento.
La merma del ánimo por decepciones personales ha de aumentar el tesón en seguir sintiendo emociones y sentimientos, independientemente de las frustraciones, decepciones y reveses de la vida.
Tengamos la firmeza del espíritu como fortaleza y aliento de fuerza ante la desilusión de decepciones y frustraciones que nos afecten.
Perder ilusiones o deseos siempre es un perjuicio en cualquier faceta de la vida, pero la experiencia en no desfallecer y tener la entereza en sobrellevar las tristezas y desilusiones nos fortalecen, hacen crecer y madurar como personas a nivel humano.
Los empeños siempre son fantasías de esperanza y alegría que no siempre tienen el resultado esperado, pero la voluntad y el valor del espíritu han de ser fortalezas para que si no se culminan no se conviertan en debilidades de desánimo y desaliento.
Nuestra fortaleza del espíritu es nuestro mejor bastión de valor, arrojo y entereza ante los desaciertos personales, los fracasos que se nos presenten y los reveses inesperados.
No perdamos la entereza para mejorar y no desfallecer, para resistir y no aflojar ante las adversidades, contrariedades y expectativas inalcanzadas.
Sigamos experimentando en primera persona emociones y afectos sin perder nuestras intenciones o deseos.
Que nada ni nadie nos haga mermar el ánimo del espíritu ante cualquier decepción o desilusión que se nos presente ni desencanto que venga por causas ajenas a nosotros.
En nuestra mano está que seamos el mejor parapeto de fuerza, energía y resistencia del ánimo frente al desengaño, el desencanto o la decepción.

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Reflexiones y análisis sobre el pensamiento humano y nuestra sociedad.
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